SOBRE BRUJAS Y LECHUZAS
Creo que todos
recordamos que en Hogwards, la Escuela de Magia y Hechicería de la saga de
Harry Potter, los estudiantes de primer año tenían la posibilidad de llevar consigo una mascota,
a saber, un gato, un sapo o una lechuza. Lo de los gatos no hace falta
explicarlo mucho, sea por buena o mala suerte, la familiaridad de los gatos con
las brujas es vox populi y todos
sabemos que todo gato negro que acompaña a una mujer puede ser un familiar. Lo
de los sapos, quizá lo sea un poco menos obvio, pero son, además de símbolo de
la transformación, de sobra conocidos sus poderes para la curación de las verrugas (recuerden que, después de frotar al sapo contra la verruga, debe azotársele violentamente contra un árbol, sino no funciona) o la epilepsia (los sapos disecados, a veces bastaba el hígado, se llevaban en una bolsita alrededor del cuello para evitar los ataques), ayudar a predecir el clima, la atracción de la buena o mala suerte y sus numeroso usos en magia afrodisiaca (mi favorito es el anillo de hueso de sapo, hecho de un sapo previamente enterrado en una olla hasta descarnarse y que, al ponerlo en la mano de una mujer, la obligaba a buscar con ansia al hacedor del anillo) y, sobre todo, más que sabido es que cuando el diablo toma como sierva a una bruja le imprime en la retina la figura de un sapo (Caro Baroja, dixit). Sin embargo, con la lechuza pasa algo diferente, quizá no se ve a simple vista, pero la relación parece más íntima incluso que con el gato. Se trata de una familiaridad que deriva directamente de la siempre poderosa filiación etimológica.
Cómo sabemos,
la
imagen de la bruja, las características que la hacen única frente a los demás
sujetos mágicos, se delinean a partir de la división entre Alta Magia y Magia
Popular; la bruja pertenece al ámbito de lo popular. Bruja es una denominación
de etimología
particularmente incierta ─contrariamente a la muy clásica de
mago─. A decir de Corominas, que propone (en
una de las entradas más complejas de todo el DCE) para la palabra un tambaleante origen celtíbero (lo único completamente
cierto es que se trata de un término prerromano) que, aun cuando
era empleada para nombrar ventiscas, granizos y otros borrascosos fenómenos
meteorológicos, estaba relacionada también con la propiedad de volar. Quizá de ahí que bruja sea además el
nombre que se aplica a una especie de lechuza. Y este nombre, a partir del siglo XVI, se
ha utilizado para designar a las mujeres perversas que hacen pacto con el
demonio, con el fin de obtener el poder necesario para llevar a cabo sus
malvados enredos[1].
Por ende, los rasgos que particularizan a las brujas, según lo anterior, serían: el pacto y
la cohabitación con el demonio, la propiedad de volar y el carácter maléfico
y nocturno de sus prácticas[2]. Casi cualquier
otro atributo será producto de la acumulación de caracteres literarios o
folclóricos que emparentará con la bruja a otro tipo de seres ─generalmente
las hechiceras─ dando lugar a
la normal contaminación que deviene después en una nueva imagen, diferente de
la anterior[3].
Así pues, la palabra bruja estaría relacionada semántica,
aunque no por filiación etimológica, con la palabra strega, que denomina a las brujas en italiano y proviene del nombre
dado a una lechuza que se creía capaz de succionar la sangre de los niños
durante la noche[4],
nombre heredado de la figura clásica de las strix mencionadas por Plauto, Petronio, Plinio el viejo,
Ovidio y otros. Este nombre ha dado lugar al empleado para designar científicamente
a toda una familia de lechuzas consideradas casi en todas partes signos de mal
agüero. Y se asume que la palabra misma hace referencia al sonido que producen
los buhos y lechuzas al chillar.
Así pues, no queda sino reconocer que Hedwig era el mejor regalo para un aprendiz de mago o que para ser una bruja lo mejor es
conseguirse no un gato negro, sino una lechuza.
[1] Corominas, Joan y José E. Pascual, Diccionario
crítico etimológico castellano e hispánico, Gredos, Madrid, 1987, s.v.
Bruja.
[2] El
Diccionario de Autoridades (1760) menciona: "Comunmente
se llama la muger perversa, que se empléa en hacer hechizos y otras maldádes,
con pacto con el demónio, y se cree, ù dice que vuela de noche. Díxose assi por
analogía de la Bruxa ave nocturna.
Lat. Venefica. Saga. Strix.sv.Bruxa.
[3] El nombre bruja
debe
su popularidad a que fue la
denominación que se dio en Navarra a las personas que fueron acusadas
de ser una secta de supersticiosos que proliferó cerca de allí. El término rápidamente se impuso a las formas
más antiguas de encantadora o hechicera tomando parte de sus
características y creando una figura peculiar y distinta. No pretendo decir
que, antes de que se hostigara a los vascos supersticiosos (en
realidad vascos franceses supersticiosos, si los hubo), la bruja como realidad y pervivencia de otros
modos de vida no existiera; pero sí considero que la imagen que normalmente
concebimos de la bruja, la que manejamos con esta palabra, y que particulariza
su figura frente a otras, aún no se había conformado del todo antes que eso y
que es más un producto de la conjunción de elementos folclóricos y literarios
que fiel reflejo de las mujeres de las que se tomó el nombre. Sin
embargo, fue tan famoso e influyente este caso (se calcula que casi 30000
personas acudieron a presenciar el Auto de Fe) que podría explicar esta
adopción del término, no hay que olvidar que debemos a este mismo caso otra
palabra con raigambre en lo que a brujería se refiere: aquelarre, que en sus inicios solo significó "el prado del
cabrón (el macho cabrío)" donde se reunían las supuestas brujas, pero que
terminó dando nombre primero al lugar en que se celebraban las ceremonias
brujeriles y después directamente a la reunión, pero este uso ya es del siglo
XIX y no parece haber sido tradicional durante la época del proceso de las
brujas de Zagarramurdi; al menos no está documentado.
[4] Y de aquí la derivación del nombre
rumano Strigoi dado a los vampiros (y
otros "espíritus malignos") en algunas regiones eslavas.Recuérdese
que en Drácula Jonathan Harker oye,
mientras se dirige al castillo del vampírico conde, la palabra "stregoica" que su diccionario traduce como "witch"
(bruja).
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