Sanguinae, вампир, upir, vampire, vampiro


En español, la palabra vampiro tiene su origen en la francesa vampire, que a su vez deriva del alemán Vampir. Ya en el campo de la evolución lingüística y de los préstamos, que en materia de folclor son tan socorridos, habría que anotar que Vampir parece provenir ya de las lenguas eslavas –el serbocroata es invocado una y otra vez–, ya del húngaro (Corominas señala que la palabra proviene del húngaro vampir, mismo que se refleja prácticamente igual en serbocroata, de donde habría pasado a las demás lenguas). Entonces, y ya que es cierto que en serbio existe el término вампир [vampir] que en el siglo XVIII penetra en el territorio más occidental del imperio astrohúngaro (en búlgaro se registra: вампир [vampir], en ruso: упырь (upyr'), bielorruso упыр (upyr), ucraniano упирь (upir'), el ruso antiguo упирь (upir'), checo y eslovaco upír y en polaco wąpierz y upiór), y se cuela al alemán con el mismo sentido de muerto viviente, el problema parece saldado, a pesar de existir la discusión acerca de que el alemán vampir deriva del polaco temprano vaper y éste a su vez del eslavo arcaico oper.




Sin embargo, hay una observación más que en ocasiones se olvida: la palabra parece ser antigua en los idiomas eslavos, pero también casi seguramente es préstamo de lenguas orientales como pueden ser el mongol, el persa o el turco, en este último existe uber, palabra empleada para designar a una bruja, de manera que estaríamos en presencia de un término ajeno a las lenguas europeas y muy probablemente empleado desde siempre para designar a seres sobrenaturales. Lo único seguro que se puede decir sobre sus raíces indoeuropeas –turcas o persas– es que parece relacionada con “beber” o “chupar” o bien, como sucede con muchos seres similares, con animales como podrían ser los lobos, murciélagos o algún tipo de ave nocturna.
Ahora bien, aún cerca de la tradición eslava, además de vampiro, hay otros nombres con los que también se designa a los muertos vivientes, los no muertos y revinientes similares: vurdalak (ruso moderno, relacionado con la licantropía), vrolok (eslovaco), strigoï o strigoiul (rumano moderno, relacionado con las strix griegas, palabra de donde derivan strega [bruja] en italiano, la shtriga albanesa y la strzyga eslava), bukolako o vukodlak (serbio, y que tiene que ver con la inmundicia y la peste), upiro (polaco), nosferatu (del griego nosophoro (νοσοφορος), portador de enfermedad). No es entonces posible olvidar denominaciones como la de un ser llamado vrycolaka, que atacaba a su familia después de muerto, los dhampir, hijos de vampiro que gozaban de protección contra ellos, el drakul, nombre del vampiro moldavo que se hace acompañar de un demonio y carga sobre su cabeza su ataúd, el krovipijac (derivado del latín chersydrus) búlgaro que causa sequía, los moroï vampiros rumanos que surgen de bebés asesinados antes del bautizo y que crean granizo, muy relacionado con estos puede mencionarse al muló, proveniente de la tradición gitana y que también se origina en un asesinato.
El campo es amplio en este punto y lo que mencioné es apenas la muestra de cómo la palabra da cuenta de una creencia antigua, extendida y diversa. Sin embargo, al margen de este origen geográfico al que me restringí, seres succionadores de fluido vital hay en tradiciones de todo el mundo.

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